Jugar bien o lindo. ¿Y por qué no, las dos cosas?


A ver, hay un consenso de que tres equipos en el fútbol argentino están un escalón por encima del resto: Vélez, Estudiantes y Banfield. Juegan bien en general. ¿Juegan lindo? Casi nunca.

Los tres son hijos dilectos de esa criatura tan exitosa como entrenador llamada Carlos Bianchi. El Boca del Virrey (que jugaba bien, arrasaba en los resultados y con los títulos) raramente concedía un guiño al espectáculo. Y la explicación es que solamente tenía un par de jugadores distintos: Riquelme y el Mellizo Guillermo. El resto cumplía muy bien su función y era pura obediencia al esquema táctico de su técnico. En el Vélez de Bianchi pasaba lo mismo, con la diferencia de que tenía a un sólo jugador diferente: Bassedas.

Cuando veo a los tres mejores de hoy, me parece estar viendo a cualquiera de los dirigidos por Bianchi. Te hacen un gol de entrada, tarda un tiempito en llegar el segundo y después te duermen todo el segundo tiempo manejando el partido a su antojo.

También tienen a sus puñados de distintos (Maxi Morales y el Burrito Martínez -increíblemente suplente-; Verón y Sosa; Erviti, James y Papelito Fernández) y cuando están todas las condiciones para golear y dar su show, se conforman con lo ya conseguido. Es como ir al teatro y ver a una obra atrapante durante la primera hora y que te invita a dormir en la restante.

¿Por qué no pueden jugar bien y lindo a la vez? Porque no se lo proponen y tampoco les interesa. Falta de grandeza. Á mi gusto, los últimos equipos del fútbol argentino que supieron conjugar eso fueron Huracán durante un semestre con Angel Cappa y hay que remontarse hasta al River de Ramón Díaz en el 96-97.

Ayer me costó mucho aguantarme el bodrio que protagonizaron Vélez y Estudiantes. El partido ideal para esa mayoría de periodistas resultadistas que pululan por la TV, diarios y radios. Esos que siempre opinan y escriben con los resultados puestos. "Los invictos", como los llamaba Passarella.

Gareca, Sabella y Falcioni (pero más los jugadores de esos planteles) se molestan cuando alguien osa criticarles su estilo de juego. Por eso, envidiaban y se quejaban ante el apoyo periodístico general -ahí se subieron los panqueques- y popular de los hinchas a la revolución promovida por Huracán (que no era otra cosa que regresar a las fuentes de nuestra identidad futbolera) en el Clausura 09.

Se puede jugar bien y lindo sin tener a los jugadores del Barcelona o el Arsenal, o el Benfica en nuestro país. El problema es que Cappa hay uno solo. Y a Basile ya le pasó su mejor tiempo. Y encima, Menotti es manager.

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